31 de mayo. María Reina de las Misiones.


Con la fiesta de la Visitación de la Virgen María, celebramos a nuestra Madre como la Reina de las Misiones.

La liturgia de la Palabra de este día, nos presenta a María en espera del nacimiento de su hijo Jesús que a la vez es el Hijo de Dios. Y lo emocionante del acontecimiento es su partida para visitar a su parienta Isabel que también espera un hijo y que será el Precursor, Juan, el que bautizará con agua y esperará la presencia del Señor en el río Jordán para dejar paso al misionero del Padre y su Espíritu Santo para penetrar en la vida de los futuros cristianos.

En el encuentro de las dos mujeres se da una imagen de la misión cristiana: la alegría de la que siente el impulso a transmitir la Buena Noticia y la que recibe a la vez también con euforia la llegada del Salvador.

El diálogo es fuerte y conmovedor. Isabel la recibe con gozo y exclamando “Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu seno”; y el niño que llevaba en su seno saltó de gozo. Y la respuesta de la Virgen es un cántico inspirado en varios pasajes del Antiguo Testamento: los pobres y humildes socorridos ante los poderosos.

María permaneció unos tres meses hasta el nacimiento de Juan y volvió a su casa. Seguramente habrán sido muchos los frutos de esta visita, de esta misión. Llevar la verdad, manifestar el poder de Dios, sentirse auxiliados y correspondidos por el Padre, mostrar su misericordia, son los elementos indispensables para compartir con el hermano alejado.

Que María reine en los corazones de los fieles, nos impulse a la misión de cada día con seguridad y alegría y celebremos como Iglesia misionera las grandezas del Señor.

P. Dante De Sanzzi

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