Misa por el día del Pontífice en la catedral porteña

Por el día del Pontífice, que se celebra en la fiesta de los santos apóstoles San Pedro y San Pablo, el nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig, presidió en la Catedral porteña una misa concelebrada con el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, y otros seis obispos, con la asistencia de diplomáticos de unos veinte países y autoridades nacionales, de la Ciudad y provinciales.


En la homilía, el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Ernesto Giobando SJ, recordó que Pedro es la garantía de la unidad porque ejerce el primado de la caridad y animó a acompañar al papa Francisco con nuestra oración y buenos deseos, al tiempo que señaló: “¡Qué difícil es generar puentes cuando en las orillas hay tanto tembladeral”.

Homilía 
En la homilía monseñor Giobando citó a Pedro como roca y a Pablo como espada, que es como comienza el himno litúrgico de la solemnidad de ambos apóstoles. 

Evocó la pregunta de Jesús: ¿qué dice la gente que es el Hijo del Hombre? Indicó que ese interrogante no buscaba un índice de popularidad ni cómo posicionar su imagen: “Al Señor le interesa qué dicen sus amigos: ¿Y ustedes, quién dicen que soy?” 

"Es una pregunta clara, que los cristianos debemos hacernos –dijo-: ¿Quién es para mí Jesús? Toca a nuestra identidad de creyentes", precisó. Y señaló que la respuesta no proviene de la carne y la sangre, sino de Dios Padre, cuando Pedro responde: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. 

Y Dios le da una misión: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Monseñor Giobando dijo que Pedro es la piedra basal, imagen de Jesucristo, la piedra angular que rechazaron los constructores. Señaló que sobre la tumba de Pedro no sólo se edificó en Roma una basílica sin que se edifica la fe católica, "con Pedro y bajo la autoridad de Pedro". Puntualizó que Pedro es la garantía de la unidad porque ejerce el primado de la caridad. 

Señaló la tarea que le toca a Francisco, que lo está haciendo a su modo, a su tiempo, con la sabiduría que le dan los años; “hoy lo acompañamos con nuestra oración y buenos deseos”. 

Invitó a pedir a la Virgen de Luján por Francisco y por la Iglesia, para que no olvide su misión de ser misericordiosa con los pobres y los pecadores. Cerró con el himno con el que había comenzado. 

En la oración de los fieles se pidió por el Papa Francisco, para que siga siendo puente seguro entre Dios y los hombres, y por la Iglesia, presente en naciones y culturas, para que sea fuente de agua “para una humanidad sedienta de Dios”. 



Un coro cantó al comienzo el Kyrie Eleison (Señor, ten piedad de nosotros) y luego el salmo que dice “El Señor me libró de todas mis angustias”. Al concluir la misa llenó el templo con las estrofas del himno Christus vincit (Cristo vence).(Jorge Rouillon) 

aica.org

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